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»Tus jefes más importantes
parecen leones feroces;
tus gobernantes parecen lobos,
que atacan por la noche
y no dejan nada para la mañana.
Tus profetas son orgullosos,
y no se puede confiar en ellos;
tus sacerdotes ofenden mi santuario
y no obedecen mis mandamientos.
¡Esos malvados no tienen vergüenza!

»Yo estoy en ti, Jerusalén,
para hacerte bien,
no para hacerte daño.
Todos los días te trato con justicia.

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